El bostezo es un reflejo normal, universalmente conocido y escasamente comprendido. Consiste en una inhalación profunda con la boca abierta, seguida de una exhalación lenta puede presentarse solo o acompañado de estiramiento de las extremidades, con una duración entre 5 y 10 segundos. Se ha descrito su aparición en etapas tan tempranas como las 12 semanas de vida intrauterina y permanece a lo largo de la vida.
Diversos procesos fisiológicos pueden provocarlo, como el despertar, el adormecimiento, el aburrimiento, el hambre y conflictos emocionales; también puede verse relacionado con diversas enfermedades neurológicas y abuso de drogas. La amplia representación de este reflejo en la escala filogenética en los vertebrados, ha llevado a diversos autores a investigar la existencia de mecanismos comunes de producción, en animales y en el hombre. La estrecha relación del bostezo con el sueño, especialmente en los momentos previos al dormir y siguiendo al despertar, está vinculada a cambios de estado y de actividad.
La excitación sexual, el cambio de actividad o anticipación de cambio en la actividad motora, las situaciones de stress y conflictos emocionales, son otros de los mencionados. Por lo tanto, se considera que forma parte del mecanismo adaptativo de respuesta al stress, que prepara al animal para responder a situaciones peligrosas. La hipótesis frecuentemente sugerida y hoy desechada, es que se genera en respuesta a niveles altos de CO2 o bajos de O2 en sangre. Sin embargo, su frecuencia de presentación no varió, respirando O2 al 100% ni diferentes mezclas con CO2.
Hay un único componente del bostezo que se observa sólo en el hombre y es que puede contagiarse. Se cree que es una manifestación de una conducta intencional, que forma parte de una señal comunicacional propia de nuestra especie. Por lo tanto, actualmente se considera que el bostezo sería parte del reflejo de vigilancia, el cual ha adquirido un valor paralingüístico con la evolución, teniendo un rol destacado en la protección y cohesión social.
Las estructuras neuroanatómicas involucradas en este reflejo serían, la formación reticular del tronco del encéfalo, el hipotálamo, el sistema límbico y los ganglios basales, reguladores del sistema del despertar, de la secreción hormonal y de las funciones viscerales, de la conducta emocional y del movimiento, respectivamente. Este reflejo también se encuentra asociado a diferentes enfermedades del sistema nervioso central, como tumores del tronco cerebral, accidentes vásculo-encefálicos, encefalitis, esclerosis múltiple, epilepsia, coma cetoacidótico, intoxicación alcohólica y síndrome de abstinencia por opiáceos.
El hecho de que los opiáceos endógenos sean considerados como parte de un sistema protector que inhibe y previene las crisis, nos permitiría postular que el bostezo sería la expresión de los mecanismos inducidos por los opiáceos endógenos que inhiben y previenen las crisis de la epilepsia del lóbulo temporal.
Más estudios deberán ser realizados para observar los probables efectos de la medicación antiepiléptica y la frecuencia del bostezo en la epilepsia del lóbulo temporal mesial. Las vías neuroanatómicas y los sistemas neuroquímicos comunes que comparten el ciclo sueño-vigilia, la epilepsia del lóbulo temporal mesial y el bostezo, deben también ser considerados. Esperamos que la lectura de este editorial haya producido alguno que otro suspiro y pocos bostezos.
Diversos procesos fisiológicos pueden provocarlo, como el despertar, el adormecimiento, el aburrimiento, el hambre y conflictos emocionales; también puede verse relacionado con diversas enfermedades neurológicas y abuso de drogas. La amplia representación de este reflejo en la escala filogenética en los vertebrados, ha llevado a diversos autores a investigar la existencia de mecanismos comunes de producción, en animales y en el hombre. La estrecha relación del bostezo con el sueño, especialmente en los momentos previos al dormir y siguiendo al despertar, está vinculada a cambios de estado y de actividad.
La excitación sexual, el cambio de actividad o anticipación de cambio en la actividad motora, las situaciones de stress y conflictos emocionales, son otros de los mencionados. Por lo tanto, se considera que forma parte del mecanismo adaptativo de respuesta al stress, que prepara al animal para responder a situaciones peligrosas. La hipótesis frecuentemente sugerida y hoy desechada, es que se genera en respuesta a niveles altos de CO2 o bajos de O2 en sangre. Sin embargo, su frecuencia de presentación no varió, respirando O2 al 100% ni diferentes mezclas con CO2.
Hay un único componente del bostezo que se observa sólo en el hombre y es que puede contagiarse. Se cree que es una manifestación de una conducta intencional, que forma parte de una señal comunicacional propia de nuestra especie. Por lo tanto, actualmente se considera que el bostezo sería parte del reflejo de vigilancia, el cual ha adquirido un valor paralingüístico con la evolución, teniendo un rol destacado en la protección y cohesión social.
Las estructuras neuroanatómicas involucradas en este reflejo serían, la formación reticular del tronco del encéfalo, el hipotálamo, el sistema límbico y los ganglios basales, reguladores del sistema del despertar, de la secreción hormonal y de las funciones viscerales, de la conducta emocional y del movimiento, respectivamente. Este reflejo también se encuentra asociado a diferentes enfermedades del sistema nervioso central, como tumores del tronco cerebral, accidentes vásculo-encefálicos, encefalitis, esclerosis múltiple, epilepsia, coma cetoacidótico, intoxicación alcohólica y síndrome de abstinencia por opiáceos.
El hecho de que los opiáceos endógenos sean considerados como parte de un sistema protector que inhibe y previene las crisis, nos permitiría postular que el bostezo sería la expresión de los mecanismos inducidos por los opiáceos endógenos que inhiben y previenen las crisis de la epilepsia del lóbulo temporal.
Más estudios deberán ser realizados para observar los probables efectos de la medicación antiepiléptica y la frecuencia del bostezo en la epilepsia del lóbulo temporal mesial. Las vías neuroanatómicas y los sistemas neuroquímicos comunes que comparten el ciclo sueño-vigilia, la epilepsia del lóbulo temporal mesial y el bostezo, deben también ser considerados. Esperamos que la lectura de este editorial haya producido alguno que otro suspiro y pocos bostezos.
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